Nos hemos cuestionado bastante escribir sobre comida mientras mucha gente en nuestro país está pasando hambre en estos momentos de crisis sanitaria. Lamentamos tener privilegios por sobre otros, porque soñamos con una sociedad justa y digna, donde los problemas no estén ligados a las necesidades básicas, que debería ser lo mínimo que tengamos garantizado en la vida… Sin embargo, resolvimos seguir escribiendo porque amamos comer y odiamos el encierro. Nos estamos volviendo locos en estos 107 días de claustro y lo único que nos libera la mente es escribir, sobre lo único que nos motiva a ratos: comer. Entre días que no queremos levantarnos, almuerzos a la hora de la cena, platos con los ingredientes que hay no más, y salvarse con el delivery, pensamos que hay algunos puntos rescatables al habernos visto obligados a enfrentarnos a la cocina, así como también cosas que nos tienen chatos. He aquí los 6 pro y 6 contra que descubrimos en este empuje a la adultez.
Los Pro
Aprender recetas nuevas Los fideos con salsa eran ricos los fines de semana, como para salir de apuros. Incluso iniciado el encierro todavía se podía repetir un par de veces a la semana. Pero transcurrido el tiempo, nos vimos en la necesidad de incorporar nuevas recetas al menú, para darle nuevos sabores al paladar, pero sobre todo para innovar y no sentir que vivimos en el día de la marmota. Incursionamos en aquellas recetas y preparaciones a las que no nos animaríamos ya sea por tiempo de cocinado o por miedo.
Comer a la hora que quieres Al menos nosotros, antes de la pandemia, almorzábamos según el horario del trabajo. Y teníamos una rutina muy marcada, por lo que muchas veces no comíamos por apetito, sino que porque luego no habría otro momento para hacerlo. Pero ahora, que tenemos tooodoo el tiempo del mundo, comemos cuando nuestro cuerpo nos envía una alerta. Desayunar a las 4 y almorzar a las 9 la lleva. Punto.
Cocinar para varios días En la vida normal no siempre sabes qué pasa contigo en el día a día. Por eso, arriesgarse a hacer mucha comida, es arriesgarse a perderla. Pero ahora que estamos en nuestras casas y no saldremos de ahí por un buen rato, hacer comida para varios días salva. Cocinar a diario a veces es una lata, más aún cuando estás depre y la cama te atrapa. Así que abrir el refri y descongelar una comidita que tu yo del pasado le dejó a tu yo del futuro, es un regalo. O simplemente mandarse una olla de comida y darle duro por 3 días.
Descubrir nuevos delivery’s En la vida que algún día fue, el gasto en comida era preferentemente presencial, es decir, salíamos a atendernos, motivo por el que la comida a domicilio se reservaba a nuestros aprobados. Pero ahora, nos han dado ganas de variar los sabores y eso nos ha llevado a descubrir nuevos delivery’s. No siempre le achuntamos, pero al menos nos quitamos las ganas con preparaciones que no podríamos hacer con nuestros escasos ingredientes y falta de energía.
Cocinar con dedicación La cuarentena nos ha dejado algunas enseñanzas, como por ejemplo, cambiarle el ritmo a las cosas. ¿Cómo pudimos andar tan apurados? Nos hemos dado cuenta de que dedicarle tiempo a quienes amamos y a lo que nos gusta, es algo que muchas veces pasamos de largo por lo agitado que solíamos vivir. Y en esa, cocinar con dedicación ha sido un nuevo y lindo pasatiempo. Aunque te gastes 3 horas en la preparación, para comértelo en 10 minutos, el resultado es otra cosa.
Almorzar en pijama Si antes era un lujo de fines de semana tomar desayunito en pijama, ahora el privilegio se extendió a almuerzos y cenas. Podemos pasar días en pijama y es lo más cómodo, la tenida preferida de los enclaustrados. La pyme que se dedicaba al rubro, debe estar forrándose en este momento.
Los Contra
Comer solitx La soledad ha sido lo más duro de la cuarentena. Y comer solo, pfff ¡ni decir! En los mejores días, ponemos la mesa para darle onda, pero en la depresión, el plato nos acompaña en la cama, escritorio, o incluso hemos comido de pie en la cocina. Es triste, ojalá no estén solitos ustedes. No se los deseamos ni a nuestro peor enemigo.
No hay como estar en el sucucho regalón Así tal cual. Ir a visitar tu restorancito favorito era el premio que muchas veces nos dábamos por trabajar, esforzarnos, pasarlo mal, ser adultos con mente de niños, etc. Pero ahora, aunque te pidas la comida de ese lugar a tu casa, no es lo mismo que estar ahí y ver los platos desfilar, empaparte del bullicio de los comensales, ser partícipe de la sincronía de meseros y meseras, y por sobre todo comerse un plato recién servido.
Comerte tu comida aunque quede mal En “los pro” hicimos hincapié en que la cuarentena nos ha dado la oportunidad de aprender nuevas recetas y cocinar bastante más que antes. Pero ¿qué pasa si lo que cocinamos quedó malazo? No podemos botar la comida, seríamos muy inconscientes. Por lo tanto, hay que comérsela no más. Y amigos, nos ha pasado más de 1 vez.
Tener que lavar mucha loza Si es impresionante la cantidad de utensilios que se usan para que puedas disfrutar de un pan con palta, imagínate si preparas una cazuela. Nos dio pudor el meme que circulaba quejándose de las manos partidas por lavar loza, pero la verdad, es que sí se lava mucha, todo el día. Dicen que comprar platitos desechables es la mano, o comer en bolsa, qué tanto! Y para los ecológicos: directo de la olla.
Engordar Nunca ha sido bacán engordar. No tenemos nada en contra de los kilos de más, o kilos de menos. De hecho, a nosotros nos suelen sobrar. Pero el sedentarismo de la cuarentena y una repentina fascinación por lo dulce, sumado a los antojitos de ansiedad y a las comunes grandes cantidades de comida que ingerimos, nos tienen con más que un par de kilos de más. Está rico comer, pero para nosotros, los anti ejercicios, va a estar difícil despedirse de las charchitas extras.
La culpa de pedir delivery Sí po. Es rico pedir comida, pero detrás de cada delivery hay personas que están siendo explotadas en medio de una pandemia y se ven expuestas al contagio de un virus que todavía no tiene cura, e indirectamente boicoteamos el “quédate en casa”. Además, hay que lavar los envases, o pasar la comida a platos y también lavarlos. Y por si fuera poco, esos mismos envases generan basura. Así que nos sentimos bien culpables pidiendo comida. Ah! Una última cosa: la mayoría de las veces la comida llega tibia camino a fría, sobre todo en invierno.
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